Cuadernillo Metodología Siluetas a la Calle. Sistematización de experiencias como aporte al análisis de metodologías educativas y artísticas en contexto de encierro
- Pájarx Entre Púas
- 1 nov 2024
- 28 Min. de lectura
La violencia pesa, las huellas de la historia son sensibles en el cuerpo y existe una “mente encarnada” que guarda tanto los hechos individuales como colectivos. Cuando la violencia recibida es excesiva, se vuelca contra el cuerpo mismo
(Magda García von Hoegen)
Introducción
La Fundación Pájarx entre Púas presenta esta serie de cuadernillos, del cual este es la primera entrega, sobre experiencias y metodologías artísticas y pedagógicas en contextos de encierro. La metodología de Siluetas a la calle se ha realizado en diversos territorios de Chile y en el extranjero, lugares donde se ha ido nutriendo y ha ido transformándose para adecuarse a los distintos contextos y multiplicidades de quienes han participado en ellas.
Pensamos que la sistematización de estas experiencias puede ser una contribución a las metodologías artístico-pedagógica en contextos de encierro. Creemos que constituye un aporte en aprendizajes significativos y transformadores, que en las distintas experiencias nos han mostrado que impactan no solo a las personas privadas de su libertad, sino también a una comunidad, de la que somos parte.
Esta metodología apunta al diálogo entre las personas del espacio público y las personas en la cárcel. De esta manera cuerpo, arte y memoria, se tejen para el diálogo y la construcción de comunidad. De esta manera, dejamos de hablar de reinserción para volver a mirar sobre lo comunitario, donde todxs nos hacemos responsables y parte importante de lo que somos capaces de construir.
Esta metodología es un hecho educativo en cuanto aporta a una experiencia dialógica y problematizadora (Freire, 1997), ya que permite desarrollar y propiciar una conciencia crítica, para observar de otro modo. La implicación del cuerpo y las emociones en una experiencia dialógica no solo genera reflexiones diversas, sino que se vuelve una práctica política que construye conocimiento situado, uno que nos ayude a pensar en una necesaria memoria anticarcelaria.
Muchas veces se identifica la metodología dialógica con la democratización del poder, sin considerar que en el diálogo no solo se ejercita ese aspecto fundamental, sino que a su vez se crean conocimientos indispensables para una práctica política que busca transformar esta realidad plagada de opresiones, producto de la explotación capitalista, heteropatriarcal y colonial (Korol, 2007).
Para conocer la cárcel es necesario dialogar y compartir con quienes viven o han vivido en ella. Esta experiencia y metodología de Siluetas nos posibilita y facilita ese dialogar, el conocimiento sobre los saberes de las personas privadas de libertad que, como saberes de cualquier comunidad, han sido negados por la cultura y educación oficial y hegemónica. Siluetas a la Calle nos aparece entonces como dispositivo de una educación en resistencia, “para que el tejido colectivo nos permita encontrar los saberes necesarios para nuestras luchas y para nuestras vidas” (Korol, 2007).
Pensamos que un proceso educativo significativo, creativo y pertinente, en contexto de encierro, debe considerar una mirada integral de los seres humanos a partir del desarrollo de la conciencia a través de movimientos, sensaciones, sentimientos y pensamientos (Feldenkrais, 2015). Consideramos la importancia del cuerpo y las emociones para una experiencia identitaria reflexiva, desde dinámicas de movimiento y danza. Es por eso que la metodología de Siluetas también se ha nutrido con los aportes desde las artes danzarias y las metodologías somáticas.
También creemos que para el desarrollo de esta metodología debe existir un diálogo y problematización constante (como proponen Freire y las pedagogías feministas), así como un rescate de la memoria, de la experiencia particular que hace parte de un saber y experiencia colectiva.
Esta conjunción de herramientas ofrece un tejido multiforme, en el cual la creación y expresión del arte en espacio público permite conectar el encierro con la libertad, los espacios y las personas. En este sentido, arte y cultura se establecen como elementos esenciales de la educación.
Este cuadernillo responde a la inquietud por seguir indagando, con una mirada interdisciplinaria, en investigaciones, intervenciones y acciones que promuevan una metodología dialógica calle/cárcel. Con esto, esperamos contribuir tanto a visibilizar las problemáticas al interior del aparato institucional carcelario, como a construir comunidad que afecte significativamente en una verdadera transformación para las personas privadas de libertad y para nosotras mismas, quienes acompañamos la experiencia del encierro.
¿Cómo aprenden los cuerpos en un contexto de encierro y castigo?
Los diversos estudios enfocados en educación artística, educación física o de arteterapia, en contexto de encierro, señalan la necesidad de herramientas pedagógicas y metodologías específicas para el desarrollo de experiencias educativas significativas (Sanhueza y Ríos, 2014; García, 2016; Domínguez, 2014). Frente a esta afirmación, buscamos preguntarnos y experimentar cuáles serían estas herramientas pedagógicas para el desarrollo de una experiencia artística en contexto carcelario.
Tal como su arquitectura cerrada y hostil, el contexto de la cárcel suele ser una incógnita, un misterio que se esconde tras los altos muros carcelarios. Creemos que, dada su importancia, esta realidad debe ser develada y analizada según sus características y necesidades propias. Sobre todo, creemos que es fundamental profundizar en los impactos y alteraciones que la genera la cárcel en las personas, debido a la desconexión radical con la sociedad exterior, las distintas violencias institucionales y la falta de vinculación con redes proteccionales.
Las investigaciones revisadas muestran la importancia del acceso a la cultura, para favorecer la reintegración y resocialización de una persona, como forma de mantenerse conectada y seguir siendo partícipe de la realidad social (Vidal y Ruiz, 2014). Desde ahí, también parece fundamental la necesidad de una mirada crítica al tratamiento de programas de arte en cárceles, los cuales suelen estar desprovistos de dimensiones sociopolíticas de su contexto. Es decir que el arte y la cultura también son utilizadas para el control y la represión, más que para la resistencia o como ejercicio de libertad. Por esto, las investigaciones no debieran estar desprovistas de análisis crítico (CheLiotis, 2012).
Desde aquí se plantea la posibilidad de analizar desde un enfoque crítico una experiencia educativa y artística en contexto de encierro, y ver el aporte que puede significar una experiencia de aprendizaje desarrollada en un laboratorio que incorporó al cuerpo y su contexto sociocultural e identitario para propiciar la creación, la participación y conexión de las y los individuos con la sociedad. Para conectar con y entre sujetos, para conectar con el mundo. Como parte del mismo proceso, creemos en la importancia de develar paradigmas y contradicciones que surgen a la base de cada sesión de la experiencia, y que van alimentándola y dándole forma.
Contexto de la cárcel
La cárcel puede ser abordada como una institución total, aquel lugar de tensión entre el mundo habitual y el institucional que provoca la mutilación del yo (Goffman 2001); y como una institución del secuestro, un espacio en el cual el cuerpo del individuo es controlado, formado, valorizado, según un determinado sistema (Foucault, 1996). Toda perspectiva considera la transformación radical de la subjetividad de las personas que atraviesan la experiencia carcelaria.
Diversas autoras (Antony, 2007; Zaffaroni, 1991; Horvitz, 2018; Cuneo, 2018) parecen coincidir en el análisis sobre la cárcel, y su sentido más propio, de reprimir a las clases sociales empobrecidas, cuyas condiciones de vida incrementan el riesgo de caer en la delincuencia (Horvitz, 2018). Lo cierto, y como muestran las diversas percepciones, es que cada persona privada de libertad reacciona de forma diferente al encierro y las condiciones que este presenta. No cabe duda de que, para todxs, la experiencia de la cárcel es profundamente significativa y transformadora. La pena de prisión invade todo en la vida de lxs condenadxs y totaliza la experiencia en el encierro. Incluso la cárcel mantiene una estela en la vida de las personas aun cuando ya cumplieron su condena y salen en libertad.
Las personas privadas de libertad son estigmatizadas por el medio social, que categoriza a las personas en superiores o inferiores y en este sentido les otorga su identidad social. Así, esta tendencia se reproduce en la misma cárcel, donde las personas privadas de libertad reproducen y sostienen las mismas creencias sobre su identidad. (Goffman, 1995).
Frente a estas perspectivas sobre el estigma, este tipo de experiencias artístico-pedagógicas se establecen como puentes de conexión entre el afuera y el adentro de la cárcel. A la vez, que permiten sostener espacios de cuidado, creatividad, autoreconocimiento y fortalecimiento de comunidad. Hemos construido este cuadernillo para invitar y fomentar la utilización de esta herramienta en espacios pedagógicos que conviven con un contexto de encierro, donde las posibilidades se ven obturadas, pero que siempre nos asombra con la inmensa capacidad de renovación, compañerismo y solidaridad que hemos encontrado en compañeras y compañeros que atraviesan el encierro. Esperamos que esta propuesta pueda ser un aporte en la construcción de espacios de libertad, tanto fuera como dentro de la cárcel.
¿Por qué sistematizar esta experiencia?
Esta experiencia busca contribuir a una metodología para el aprendizaje significativo en contexto de encierro, que sea capaz de crear nuevos relatos de reconocimiento identitario, a partir de dinámicas de movimiento, la utilización del dispositivo de Siluetas y el mapeo corporal. En las distintas prácticas de Siluetas a la calle que hemos desarrollado, no solo observamos el encierro y la exclusión, sino distintos abordajes de la experiencia y la autoimagen de lxs participantes, a la vez que se genera un espacio de libertad a través del movimiento.
Propiciamos la participación y comunicación a través de esta metodología, ya que las personas privadas de libertad salen a dialogar con los transeúntes a través de sus siluetas. Todo este proceso se vincula al cuerpo, con dinámicas de movimiento y mapeo corporal, que inicialmente se abordaban desde una perspectiva somática y que han sido fortalecidas con el aporte de las cartografías críticas feministas, para la intervención del espacio público.
Invitamos a que esta experiencia sea adaptada a cada contexto y su particularidad, ya sea por las características propias de lxs participantes o de los recintos, o por disponibilidad de espacio, tiempo o materiales. Un conocimiento más íntegro de las personas y los espacios donde se desarrollará la actividad permite que la metodología pueda tener un mayor impacto y sea más significativa para las personas. De todas maneras, cada experiencia es singular y muestra sus propias necesidades y características.
Dinámicas para desarrollar la metodología Siluetas a la calle
A continuación, presentamos algunas dinámicas para el desarrollo de la actividad Siluetas a la calle. Sin embargo, alentamos la adecuación de cualquier estas estrategias a los propios contextos y necesidades de las personas con quienes se implemente estas metodologías.
Esta actividad puede dividirse en tres jornadas: la primera es la realización de las siluetas, la segunda corresponde a la exposición de las siluetas en el espacio público y la tercera corresponde a la devolución a las participantes de los mensajes que se recogieron en la exposición e interacción pública.
Primera sesión. Dinámicas somáticas y dibujo de siluetas
Dinámicas de inicio
Las dinámicas que se proponen para el inicio fueron simples. Las conversaciones y presentaciones se realizan siempre en círculo, para que las personas puedan mirarse. Cada participante se presenta con su nombre y un gesto, incluidas las facilitadoras de taller. Luego se realizan caminatas por el espacio y se dan algunas indicaciones como pausas colectivas (si se detiene una, se detienen todas. Si una camina, caminamos todas), también se puede caminar lento o rápido, o moverse hacia arriba y hacia abajo. Un ejercicio significativo es dirigir la orquesta, que consiste en escuchar música, cerrar los ojos, imaginar un teatro, los instrumentos, y mover los brazos y manos. Este mismo ejercicio puede repetirse, pero caminando, para luego dar indicaciones particulares para el contexto, para que sea una experiencia más cercana. Distintos tipos de música, la confianza y la comodidad permitirán que esta experiencia sea rica y significativa para las participantes.
Dinámica y dibujo de siluetas
Para preparar la dinámica de Siluetas, cada participante debe tomar un lugar en el espacio y tender una manta para recostarse sobre ella boca arriba. Se comienza con un recorrido corporal atrás y adelante. La facilitadora debe realizar una visualización de recorrido corporal a través de un relato que describa una especie de escáner, desde la atención del esqueleto atrás y adelante, desde los pies a cabeza.
Luego, transitan de la postura horizontal a la vertical, y se realiza una caminata de integración. Las participantes caminan por el espacio sintiendo el atrás y el adelante del cuerpo en movimiento, para integrar la información del recorrido corporal. Para esta caminata, se pide que las participantes se concentren en la autobservación, la observación de la propia corporalidad y de la corporalidad de las compañeras.
Uso de la visualización para el aprendizaje somático
Desde el aprendizaje somático, los contenidos que se abordan en esta actividad son la postura, autoimagen y autoconsciencia. Sobre el atrás del cuerpo se aborda la conciencia de cómo se conectan las extremidades desde los huesos, cómo se organizan las líneas de fuerza, la capacidad y rango de movilidad articular. También se potencia la movilidad de las extremidades y desde ellas hacia la columna. Sobre el adelante del cuerpo se aborda la consciencia orgánica (órganos), tubo digestivo, la boca como primera extremidad y conexión con el entorno. También se aborda el diafragma pélvico como un potencial de desarrollo, a través de la comodidad articular de la cadera.
Luego de las primeras activaciones corporales, cada grupo se separó en dos para poder generar apoyo al momento de dibujar. Previo al dibujo, las personas se paran en dupla frente a frente y se observan, distinguen color de piel, forma del pelo, de los ojos, perciben y entregan una energía.
Para el dibujo de las siluetas, las participantes deben situarse en hileras u otra posición, que emerja del grupo, de modo que queden frente a frente y puedan mirarse a los ojos, durante 2 minutos, aproximadamente.
Se puede dar la indicación de observar en silencio el rostro de la compañera, recorrer su piel, músculos, huesos, relieves, facciones y marcas. Se debe comentar que este recorrido se realiza sabiendo que el rostro es un territorio de vida, donde recorremos toda su historia y, por esto, se sugiere pedir permiso con la mirada y estar atentas a la comodidad y expresión de la compañera.
Luego de esto, cada persona toma un papelógrafo y, en parejas, buscan un lugar en el espacio para delinear mutuamente sus siluetas. Una persona se acuesta sobre el papelógrafo y la compañera dibuja su silueta. Luego, se realiza la misma actividad con la compañera que estaba dibujando. Al terminar las siluetas, se dan un abrazo de despedida. Después, cada una toma su silueta y la pega en un lugar de la pared.
Dinámica individual de las siluetas
Una vez realizada esa dinámica de compañerismo, confianza y dibujo, cada persona cuelga en la pared su propia silueta, para comenzar la dinámica individual. Cada participante observa su silueta, le habla, la acaricia y escribe sobre ella, según las indicaciones y lo que va sintiendo.
Las premisas utilizadas en las siluetas fueron:
Cabeza: Mandatos sociales o responsabilidades. Las personas escriben aquello que creen que están mandatados socialmente a hacer, a lo que responden según obligaciones que creen propias.
Pecho: Sueños y anhelos. Cada persona escribe aquello que sueña y anhela con fuerza, lo que les gustaría que sucediera.
Manos: Herramientas, aquello para lo que son buenas, sus talentos y habilidades.
Pies: El presente y procedencia o raíz. Aquí pueden decidirse dos aspectos: escribir cómo se sienten en el presente y/o cuál era su lugar de nacimiento.
Una vez realizado el ejercicio, cada persona agrega dibujos y colores. Puede ser paisajes, ropas para vestir su silueta, adornos o lo que quieran. Luego se les invita a caminar y observar las siluetas de las y los compañeros. Al finalizar, se abre la palabra para comentar y comenta sobre la posibilidad de sacar sus siluetas a la calle, lo que siempre sorprende y entusiasma.
Tercera sesión. Exposición de Siluetas a la calle en el espacio público
Una vez terminada la fase de dibujo de siluetas, estas se descuelgan y se enrollan para poder trasladarlas y exponerlas en la calle. En el espacio público, se elige un lugar de tránsito, donde se cuelgan en una pared y se anuncia la exposición de siluetas de personas privadas de libertad. A quienes observen las siluetas y quieran participar, se les cuenta las dinámicas de los mensajes. Estos se realizan en papeles de colores que luego se pegan en la silueta. Las personas observan y leen cada silueta, luego escriben un mensaje para ella.
Tercera sesión. Dinámica y regreso de siluetas
En un tercer momento de esta dinámica, las siluetas regresan desde la calle a la cárcel, para hacer la devolución con los mensajes que se recopilaron. Las siluetas se cuelgan en la pared y se invita a las personas privadas de libertad a que busquen su silueta y lean sus mensajes. Luego se invita a observar el resto de las siluetas, para compartir en grupo aquello que más les llamó la atención.
A través de esta conexión entre el espacio de afuera y la cárcel, aparecen muchas reflexiones sobre las personas, sus experiencias de vida y suele haber una conversación sobre cómo son percibidas las personas presas, sus historias y sus relatos de vida que han sido mostrados a través de la metodología con siluetas.
Si bien no es necesario que en la primera parte de la dinámica haya preguntas específicas sobre la cárcel, la experiencia de privación de libertad atraviesa toda la actividad y la conversación, que puede ser abordada sus distintas dimensiones y, sobre todo, en la forma en que el encarcelamiento impacta en la vida y en la autopercepción de las participantes.
Al consultarles a los participantes sobre la posibilidad de que las siluetas salieran a la calle, siempre han aceptado con gran interés. Las siluetas surgen para dar forma y presencia a la ausencia. Si pensamos que la idea aparece del Siluetazo, obra que interviene el espacio público en Buenos Aires, para rescatar la presencia de detenidas y detenidos desaparecidos en dictadura, en esta intervención se habla de otra ausencia: de la exclusión y el encierro. Las siluetas pasan a ser una plataforma, para el acto psicomágico de liberación, llevándolas al espacio público para que las personas pudieran observarlas y dejarlas mensajes. Las siluetas se vuelven un puente a la libertad. Esa libertad que tanto aparece como el deseo superior dentro del encierro, la libertad se vuelve el gran anhelo, es el encuentro con la familia, es el día domingo, es superar la adversidad.
Objetivo de la sistematización
Frente a esta experiencia, nos preguntamos por aquellas acciones, aciertos y desaciertos en decisiones didáctico-pedagógicas, que aporten a una metodología estético-somática y política en contexto de encierro. Exploramos la promoción y el desarrollo de herramientas socioculturales y artísticas que contribuyan a un proceso de creación y resignificación. Además, queremos analizar y problematizar el contexto, como parte importante de planificar y decidir sobre una metodología (elección del contenido, rol de lxs facilitadorxs) y apuesta política. Es decir, tomar en cuenta tanto las políticas públicas y sus deficiencias, como los paradigmas y políticas de internación.
Frente a las oportunidades y dificultades que genera trabajar desde el arte y la cultura en contexto de encierro, ¿cómo nos vinculamos de manera reflexiva y crítica en nuestras propias prácticas para generar nuevos saberes y desarrollar nuevos proyectos, innovadores, pertinentes, que puedan incidir en la transformación de instituciones rígidas y realidades complejas? ¿Qué necesidades e investigaciones nuevas aparecen a partir de cada sistematización de experiencias?
Nos interesa relevar la importancia de implicar al cuerpo en movimiento, como punto de partida para la cognición y resignificación de experiencias, que generen un aprendizaje significativo. De esta manera, nos interesa indagar en el cuerpo como territorio de libertad.
Herramientas de trabajo con Siluetas a la calle. Pedagogía, cuerpo, arte y memoria
En cada decisión didáctica y metodológica, convergen un sinnúmero de inspiraciones y herramientas. La educación en contexto de encierro nos desafía a problematizar las prácticas formales de educación. En las inspiraciones aparece fuertemente el trabajo colectivo y experiencias que atraviesan el cuerpo y las emociones. De nuestras experiencias, presentamos algunas técnicas y herramientas que han aparecido, con su propio ritmo y vida, y han compuesto esta metodología de trabajo en cárcel. La metodología de Siluetas a la calle se ha nutrido de los mapeos corporales y colectivos, la antropología de la danza, las metodologías somáticas y sobre la memoria, entre otros recursos que aportan a una metodología corporizada y en constante movimiento.
Alentamos a que cualquier grupo que utilice esta metodología también pueda integrar aquellas herramientas que sean más adecuadas y significativas para su contexto y para las personas que acompañan en estos procesos artísticos-pedagógicos.
Mapeo corporal/ mapeo colectivo
La técnica de mapeo colectivo es un aporte interesante a una metodología que busca el rescate de saberes y conocimientos de un grupo o comunidad. Genera confianza y vinculación crítica con el territorio que habitamos. Es una metodología y dinámica inspiradora que ha aportado nuevos elementos a Siluetas a la calle y las diversas actividades grupales en contexto de encierro, ya que nos permite poner el foco en distintas situaciones, narrativas o miradas, para ampliar las significaciones con las cuales trabajaremos.
El mapeo colectivo aparece por la necesidad de crear nuevos relatos que contrasten los relatos hegemónicos sobre el territorio. Es una valiosa herramienta que surge desde la geografía crítica latinoamericana (Iconoclasistas, 2013; Zaragocin-Carvajal, 2018; Moreno, 2018). La geografía surge como disciplina en Europa, a mediados del siglo XIX (Zaragocin-Carvajal, 2018). En Latinoamérica, durante la década del 70 se propaga la discusión teórico-política que cuestiona esta visión, la cual se radicaliza adoptando un enfoque interdisciplinario (Zaragocin-Carvajal, 2018).
En Brasil, Argentina y México aparece la geografía feminista y de género (Veleda Da Silva en Moreno, 2018), que recoge aportes de los feminismos decoloniales y comunitarios sobre el territorio. En este mismo sentido, la geografía feminista relaciona la tierra con los cuerpos femeninos para abordar el cuerpo-territorio como resistencia feminista.
Desde estas teorías críticas feministas latinoamericanas, el cuerpo es posible de mapear. El mapeo corporal profundiza sobre el impacto de discursos dominantes sobre los cuerpos, para observar de qué manera se modelan percepciones, imaginarios y significaciones acerca de los roles sociales de sectores o comunidades (Iconoclasistas, 2013). Las técnicas vinculadas al mapeo corporal permiten revelar dispositivos de control, problematizar discursos y saberes aprendidos, identificar mandatos sociales, problematizar estilos de vida, entre otros (Ibidem).
De esta manera, la construcción de un mapa es una manera de elaborar relatos colectivos en torno a lo común, un modo de producir territorio. Es a partir de la institución y renovación de las formas espaciales, y los mecanismos de percepción del tiempo que nutrimos y proyectamos nuestro accionar (Iconoclasistas, 2013).
Si bien inicialmente la experiencia de Siluetas indagaba en mapeos corporales desde la intuición, al incluir y abordar las teorías de cartografías críticas hemos podemos complejizar y ahondar en la posibilidad de proyectar hacía mapeos con sus contramapeos para situar al cuerpo, en un diálogo creativo y sensible. La incorporación del mapeo corporal, desde la geografía feminista, ha permitido problematizar, desde la acción y reflexión en movimiento, tanto el espacio carcelario y espacio público, como el cuerpo-territorio y el discurso que lo determina.
Antropología de la danza
Para poder analizar una experiencia corporal en contexto de encierro, la antropología de la danza nos entrega la posibilidad de examinar danza y movimiento en relación con el contexto sociocultural, y en articulación con la identidad y representaciones sobre el cuerpo. Entre las principales contribuciones desde la antropología de la danza, se destaca el haber contrarrestado las teorías sobre el cuerpo que lo concebían solo como sitio de inscripción de lo simbólico u objeto manipulable por fuerzas externas o internas. A partir de este abordaje, se establece cómo en la danza se inventan y reinventan identidades a través del movimiento (Mora, 2010).
Si bien, la danza ha sido parte del estudio de la antropología desde sus inicios, a partir de la década del 60 comienza a abordarse como fenómeno social comunitario en estudios etnográficos, donde incorpora la diversidad cultural (Mora, 2020).
De acuerdo con Judith Hanna (1979), se reconoce que la danza involucra conceptos (nociones sobre la danza), procesos (comportamientos en relación con la danza), productos (la performance) y funciones (consecuencias). Dado su carácter de producto sociocultural, los diferentes aspectos de la danza frecuentemente son analizados con el objetivo de entender los contextos sociales en que son producidos o, a la inversa, suelen considerarse esos contextos como prismas a través de los cuales ver la danza (Hanna, 1979).
En las dos últimas décadas, la antropología de la danza ha hecho avances significativos en el análisis cultural de los cuerpos en movimiento. Además, ha situado estos estudios en relación con cuestiones más amplias de teoría social y filosófica, por ejemplo, utilizando las perspectivas teóricas y analíticas de Bourdieu, Foucault, Merleau-Ponty y Peirce (Hanna, 1979).
Nos interesa la antropología de la danza como posibilidad de estudiar el movimiento en relación con un contexto sociocultural, y en articulación con identidad y representaciones sobre el cuerpo, prácticas corporales y experiencias corporizadas para desarrollar una metodología específica desde y en contextos de encierro.
3. Embodiment
Otro aporte que hemos recogido es el embodiment o aprender desde el cuerpo. Este aparece desde la gestalt y la fenomenología como concepto que rescata o se centra en una sabiduría corporal. El filósofo Merleau Ponty contribuye con este concepto que no solo cambia la definición de cognición, sino también la noción de cuerpo y de mundo. El cuerpo ya no es el simple receptáculo de sensaciones producto del exterior, sino que es un sistema cognitivo en sí mismo (Yañez y Perdomo, 2011).
Los métodos de educación somática, Feldenkrais o el Body Mind Centering, creados respectivamente por Moshe Feldenkrais y Bonnie Bainbridge Cohen, trabajan sobre el embodiment como medio de recuperación de la sabiduría corporal perdida u olvidada. Según estas disciplinas, a través de la consciencia de nuestros movimientos entramos en contacto con vivencias y experiencias, y comenzamos a confiar en la habilidad reorganizadora de nuestro organismo (Ramón, 2018).
El método Feldenkrais recupera este equilibrio innato, a partir de la consciencia esquelética y la habilidad de este sistema ―conjuntado con el sistema nervioso y muscular―, de gestionar nuestros movimientos y posturas frente a la fuerza de gravedad. En el caso del Body Mind Centering, la exploración permite recuperar la funcionalidad y la habilidad de expresión y de acción con todos sus matices, a partir de un conocimiento exhaustivo de los diferentes sistemas corporales en movimiento (Ramón, 2018).
Desde las metodologías somáticas entendemos la importancia de implicar al cuerpo en el aprendizaje. Por esto, cada experiencia tuvo una introducción de presentación y dinámicas de movimiento que propicia la confianza y conexión grupal. Estas dinámicas variaron según número de participantes y espacio disponible. En todas, se buscó conectar desde tacto, miradas y movimientos básicos como caminar. El objetivo principal de estas dinámicas es conectar con el cuerpo y las emociones, de forma individual y colectiva.
Pensamos entonces, siguiendo a Le Breton, que el objetivo del educador es contribuir al nacimiento de una personalidad, de ayuda para apropiarse creativamente del mundo. Toda pedagogía es, por lo tanto, una antropología, ya que proporciona los elementos de un saber parcial, pero también prepara para la existencia futura (Le Breton, 2005).
Estas experiencias nos posicionan desde la convicción de pensar un proceso artístico y pedagógico conectado con la realidad, que nos prepara para vivir en comunidad; por lo tanto, una persona privada de libertad no puede quedar aislada de un proceso con esa importancia. Le Breton habla de los sentidos y las sensaciones. La apertura del aprendizaje es con todo el cuerpo. El cuerpo no es un receptáculo de sensaciones producto del exterior, sino que es un sistema cognitivo en sí mismo (Yañez & Perdomo, 2011). Frente a esto, nos preguntamos, permanentemente y siempre con curiosidad: ¿cómo aprende un cuerpo que está en contexto de encierro y castigo?
Si bien nos parece que todo arte puede contribuir de alguna forma a la transformación social, vemos una riqueza y aporte importante desde las artes vivas, donde es la propia corporalidad y subjetividad que es puesta en escena, lo que permite que la persona misma esté siendo obra de arte.
Siluetazo y pedagogía de la memoria
La metodología de Siluetas, como dispositivo de expresión y diálogo, ha sido recuperada de Siluetazo, intervención por la Memoria y los Derechos Humanos en Argentina. Un texto importante que inspira este trabajo es Las huellas del Siluetazo a 40 años del Golpe de Estado Argentino, de Adolfo Vera, en el cual se aborda la obra Siluetazo como una de las “prácticas estético-políticas más conocidas entre las que, en Latinoamérica, se intentaron generar actos de resistencia frente a la violencia del terrorismo de Estado” (Vera, 2018).
Siluetazo es una iniciativa de los artistas visuales Rodolfo Aguerreberry, Julio Flores y Guillermo Kexel, quienes se asociaron a Madres de Mayo y otros organismos de militantes y resistentes a la dictadura argentina. Desde este referente inspirador, surge la idea de usar las siluetas como dispositivo, para llevar un espacio permanente de memoria a la calle y, además, aprovechar su posibilidad de moverlas, de intervenir el espacio público con ellas y luego devolverlas a los espacios de privación de libertad.
En esta misma línea, abordamos este trabajo desde una Pedagogía de la Memoria, que se inscribe en una educación en Derechos Humanos. Esta aparece posdictaduras, en América Latina, con el objetivo de promover justicia (Sacavino, 2015). Desde esta perspectiva, la Pedagogía de la Memoria nos provee de un sentido de justicia, que será un concepto que aparece recurrentemente en los trabajos que se realizan en espacios carcelarios.
La memoria es un proceso subjetivo que construye sentido de pertenencia y autoafirmación individual y colectiva en la sociedad, donde el pasado adquiere sentido al evocarlo en el presente, con miras al futuro y con un fin determinado (Ibidem). Susana Sacavino reconoce diferentes funciones de la memoria para apoyar un proceso educativo. Las presentamos acá, porque creemos que estas pueden ser abordadas según los objetivos de trabajo que se establezcan para la experiencia de Siluetas a la calle:
Memoria e identidad | La memoria tendría una relación propia en la construcción de la subjetividad y la identidad. Se va construyendo a partir de nuestras experiencias, y al recordar seleccionamos acontecimientos que sirven para identificarnos con unxs y para distanciarnos de otrxs. |
Memoria individual | Cuando recordamos y traemos a la memoria acontecimientos del pasado. Se trataría de la experiencia individual y subjetiva, de una reconstrucción de la experiencia. |
Memoria social | Son aquellos recuerdos compartidos socialmente, y que entidades colectivas con identidad propia conservan en el tiempo. La memoria social incluye los recuerdos de las otras y los otros y esto supone una empatía y solidaridad con las víctimas cuando se trata de eventos traumáticos. |
Memoria y olvido | La memoria es selectiva, esta no se opone al olvido. Ciertos acontecimientos vividos se conservan, en cambio otros son olvidados. |
Memoria y verdad | La verdad puede adquirir un nuevo sentido al hablar de memoria. Puede mostrar una verdad de correspondencia exacta entre el discurso actual y los hechos pasados, y una verdad de revelación que permite capturar el sentido de los acontecimientos. Existe un consenso sobre el derecho que tienen las víctimas de graves violaciones de conocer las circunstancias y responsabilidades de los crímenes que sufrieron (González, 2011). |
Memoria y narrativa | Tiene que ver con un puente entre pasado y presente que construye una narrativa desde una perspectiva social, cultural y política. |
Tipos de mapas corporales y colectivos que se pueden desarrollar
A continuación, presentamos algunos tipos de mapas corporales que hemos desarrollado en distintas experiencias de Siluetas a la calle.
Mapa corporal de autoimagen
Desde la metodología somática (Movimiento Inteligente, MI), que surge de los aportes de Feldenkrais, la autoimagen refiere al modo en que las personas perciben su propia manera de moverse, hablar o actuar, que hace que nos identifiquemos con esa imagen como si fuera inalterable (Feldenkrais, 2015). Hemos observado que los ejercicios realizados en Siluetas a la Calle abordan y contribuyen al desarrollo de la autoimagen, tanto en las dinámicas corporales como en el dibujo de las siluetas y los conceptos que las personas privadas de libertad escribieron en ellas.
Feldenkrais indica que para contribuir al desarrollo de la autoimagen es necesario no solo concentrarse en la acción, sino también en lo que se siente en la acción, y luego en la imagen corporal total y el efecto de la acción sobre la autoimagen (Ibidem). Según este autor, cuando las personas tienen una autoimagen que no les hace sentir bien, es porque han obtenido su autoimagen del dolor. Este autor distingue tres estructuras en la constitución de una persona: sistema nervioso, cuerpo y medio ambiente, y en la conciencia distingue cuatro elementos: movimientos, sensaciones, sentimientos y pensamientos (Feldenkrais, 2015).
Observando las experiencias de Siluetas y lo que ha significado para las personas privadas de libertad, aparece la importancia de potenciar aquellas actividades que apuntan a un desarrollo de la conciencia, que impacte en la estructura de una persona. Por esto, creemos fundamental implicar el cuerpo en las experiencias de aprendizajes, así como la conexión con la sociedad a través del diálogo con las personas.
Siguiendo a Feldenkrais, si las personas obtienen su autoimagen del dolor ―provocado por el encarcelamiento― y su conciencia está atravesada por esta experiencia, necesariamente se alejarán de una autoimagen que les haga sentir bien. Además, su autoconcepto, aquello que piensan de sí mismas podría afectar negativamente su autoestima.
Suele suceder que cada silueta parece mostrar personas dañadas, que reconocen haber hecho algún daño o son conscientes de la situación que las llevó a la cárcel. También aparece el reconocimiento de lo cambiante que puede ser su actitud y personalidad de acuerdo con el contexto, entorno y personas con las que se encuentren. Esta personalidad flexible, lábil a momentos, camaleónica responde a las necesidades de comportamiento que la violencia carcelaria exige en pos del buen comportamiento.
Esta misma experiencia de docilidad y resistencia simultáneas ha sido un elemento de reconocimiento en el espacio público. Al exponer las siluetas en la calle, las personas se acercaban a dejar mensajes, muy pocas pasaron de largo sin querer acercarse. Nos hemos dado cuenta de que el solo hecho de detenerse, leer y escribir, ya es un acto de reconocimiento. Los mensajes de las y los transeúntes sorprendieron e impactaron positivamente en las personas privadas de libertad.
Al preguntarles qué les llamaba la atención, de los mensajes recibidos desde el exterior, las participantes han mostrado su sorpresa, sobre todo en el contraste de su autoimagen: aquello que las personas les dicen con aquello que pensaban les dirían. Las personas privadas de libertad cargan con un estigma aprendido y, finalmente sostienen las mismas creencias sobre sí mismos (Goffman, 1995). Por tanto, recibir mensajes de empatía suele ser una sorpresa.
Con los mensajes del exterior, además de contrastar su autoimagen o autoconcepto, hemos observado cómo las participantes reflexionan respecto de su situación. Cuando las ven como una persona más allá del delito, aparece un sentimiento sobre la dignidad, que siempre suele escurrirse dentro de los recintos penitenciarios.
La actividad de Siluetas aporta a la reflexión, problematización y valoración de la experiencia propia. También genera nuevas miradas y nueva percepción de la autoimagen, al contrastar lo que piensan y sienten, con aquello que ven reflejado en las siluetas y los mensajes que otras personas les entregan.
En cuanto a lo colectivo, nos aporta al análisis y sensibilización respecto de la situación de las personas privadas de libertad, desde su trayectoria de vida. También nos permite obtener información sobre cuáles son las personas que van a la cárcel, a quiénes encierra la institucionalidad.
Mapas corporales según género
Observar y analizar las siluetas por género nos ha permitido diferenciar las condiciones de hombres y mujeres en la cárcel, y aquellos estereotipos que las atraviesan. En varias de las experiencias, aparece una doble condena para las mujeres, por los delitos cometidos y por no encajar con el estereotipo esperado de buenas mujeres y madres (Antony, 2007). Esta situación provoca mayor abandono y exclusión para ellas, incluso desde sus familias. Además, existe una menor preocupación desde la institucionalidad, porque los hombres en prisión superan en gran número a las mujeres, por lo que tanto las políticas públicas como las condiciones de encarcelamiento tienden a invisibilizar las necesidades específicas de las mujeres.
En las experiencias, hemos podido observar que la autoimagen de las mujeres está fuertemente atravesada por la maternidad y el amor. Ambos conceptos son los más escritos y dibujados en las siluetas. Al respecto, Anthony (2007) indica que, en el contexto carcelario, la pérdida de sus hijas e hijos constituye un hecho traumático que se vuelve una obsesión durante toda su condena en privación de libertad.
La prisión de las mujeres es muchas veces la prisión de niñas y niños o su abandono, ya que los padres no suelen estar presentes. Muchas mujeres que ingresan a la cárcel son abandonadas por sus parejas o son madres solteras sin ningún apoyo. Es usual que sus visitas sean también mujeres, lo que contrasta con la cárcel masculina, donde las visitas no son casi nunca hombres sino también mujeres (Antony, 2007).
Este mapeo diferenciado por género muestra las diferencias entre hombre y mujeres privadas de libertad, en el uso de las palabras y conceptos en su propia silueta. Mientras que las mujeres se centran en la maternidad, en cuanto al mandato social o su responsabilidad (lo que escribían o dibujaban en sus cabezas), los hombres indicaban sus mandatos sobre ser fuertes y tener paciencia. La maternidad, el amor y la familia atraviesa toda la experiencia de las mujeres, como ha sido posible de apreciar en sus siluetas.
Cuando pedimos que escriban en las manos de su silueta aquellas herramientas o aptitudes personales, los hombres se centraron en sus capacidades relacionadas al trabajo. Las mujeres lo relacionaron con el cuidado de la familia, maternidad, amor y algunos oficios. Se hace evidente cómo las aptitudes de las mujeres hablan del cuidado de otros, justicia y herramientas de arte y belleza, mientras que los hombres hablan de carpintería, tallar, construcción y trabajo.
Se pedía que en el centro del pecho escribieran sus sueños y anhelos. Las frases de los hombres estaban relacionadas con metas, viajes, lucha, perseverancia y familia. Las frases de las mujeres están relacionadas con la libertad, la familia y sus hijas e hijos y sentido de pertenencia. En los pies de las siluetas, donde se pedía que escribieran algo sobre su presente, se repite la misma dinámica: las mujeres piensan en amor, familia, libertad, y los hombres en fuerza, capacidad, trabajo.
Desagregar estos contenidos es muy importante para obtener información que dé cuenta de las diferencias de género que se profundizan y se reproducen en el entorno carcelario. En este sentido, nos permite diseñar actividades para mirar críticamente la reproducción de los mandatos domésticos, y favorecer la implementación de un espacio propio, de creación y libertad para las mujeres.
Mapa corporal del encierro/ mapa corporal de la libertad
Libertad y encierro parecen ser dos aspectos de una misma experiencia, ya que cuando las personas encarceladas hablan de libertad, hablan de la cárcel y cómo les afecta. La libertad aparece en pequeños gestos y momentos, a través de situaciones y actividades, que están altamente restringidas y controladas en el entorno carcelario.
En el encierro, estas actividades y vínculos pasan a ser fundamentales para poder mantener una sensación de libertad y bienestar. Sobre todo, frente al alto porcentaje de personas que padecen enfermedades de salud mental, que se profundizan en el contexto de encierro. En este sentido, creemos que los talleres, actividades y visitas, y todo tipo de experiencias de tiempo compartido en comunidad, son un aporte a la salud mental de las personas privadas de libertad, ya que les permiten conectar con otras y otros desde actividades sensibles, que generan vínculo y participación social.
La percepción de que las personas privadas de libertad tienen de la cárcel, está atravesada por una identidad social (Goffman, 2001) que muchas veces reafirman con discursos propios, o de quienes han vivido la cárcel desde su contexto sociocultural y familiar. En este sentido las Siluetas y este diálogo interno/externo, individual y con otros y otras, ayuda a contrastar aquello que se cree cierto y verdadero, a la vez que abre posibilidades de ver y verse distinto.
Conclusiones: Aprendizaje dialógico cárcel y espacio público
La experiencia artístico-pedagógica Siluetas a la Calle ha ido adaptándose a cada contexto. Algo que hemos podido aprender y entender del trabajo pedagógico en contexto de encierro es que todo puede cambiar de un momento a otro, ya sea por algún operativo institucional, alguna riña entre las personas, allanamientos, entre otros emergentes. También existen situaciones emocionales, ánimos fluctuantes que afectan personalmente a cada persona, como noticias tristes del exterior, la falta de visitas, etc. Todo esto impacta las dinámicas del taller, por lo cual es necesario ser flexibles y tener la capacidad de improvisar, y de leer las situaciones para usarlas a favor del aprendizaje. También es necesario forjar vínculos y confianza suficiente para poder abordar las problemáticas, apoyando y aportando desde la escucha y la contención. Esto se logra, poco a poco, con cada gesto amoroso, de preocupación, al regresar una y otra vez, y vincularse.
En las diversas experiencias de Siluetas que hemos tenido, observamos la articulación del cuerpo, arte y memoria. Se valora cada testimonio particular, pero se comparte una memoria colectiva, una memoria carcelaria o anticarcelaria más bien. Esta memoria e identidad, se va construyendo a través de nuestra experiencia, ya que al recordar seleccionamos hechos que nos acercan a unos y nos distancian con otros/otras (Sacavino, 2014).
Las personas privadas de libertad ven vulnerados muchos de sus derechos, entre ellos el derecho a educación, porque no existe oferta educativa suficiente y con las adaptaciones necesarias atendido su contexto (Escudero Muñoz, 2009). En el caso de Valparaíso, hay tres colegios y solo uno de ellos es público. En ellos se imparte educación básica y media. Tienen talleres de oficios, pero no todos y todas acceden a ellos. La escuela pública está presente en los módulos de imputados e imputadas, que son las personas que pueden pasar unos meses o hasta dos años antes que les den la libertad o la condena.
Por otra parte, se observa una necesidad de actividades que potencien y desarrollen herramientas socioemocionales, ya que sabemos que varias de las personas que están privadas de su libertad han pasado parte de su vida institucionalizadas en el Servicio Nacional de Menores. Entonces ¿qué herramientas socioemocionales podrían adquirir bajo esas condiciones?
Creemos que el potencial de esta metodología radica en que permite vincular espacios que se encuentran apartados. Al recibir y leer los mensajes se genera un puente: emoción, diálogo, reflexión. Es cuando la experiencia se completa. La experiencia supone algo que sucede hacia mí, desde el acontecimiento hacia mí (Larrosa, 2009).
La experiencia siempre es subjetiva, impacta en cada persona, sujeto sensible, de modo particular, la experiencia me forma y me transforma, dice Larrosa en lo que denomina principio de transformación (Ibidem). Nos hemos dado cuenta de que desde las siluetas se entregan mensajes importantes al exterior, de un testimonio, de lo que puede significar estar en privación de libertad. Esto contribuye a la sensibilización y problematización respecto de quiénes van a la cárcel y por qué van a la cárcel. Pero también hay un regreso desde el exterior, no solo porque las siluetas vuelven desde la calle, del espacio público, del medio libre hacía las personas que en principio las dibujaron y escribieron, sino también porque devuelve una vez más la experiencia como un pasar, eso que pasa, que les pasa, lo que Larrosa llama principio de pasión.
En cuanto a lo que significan estas actividades para ellas y ellos, en varias oportunidades comentaron la importancia de salir del cotidiano del encierro y lo que implica en términos psicológicos y emocionales. Lo bello de esta actividad es que, si bien hay situaciones, percepciones que parecen repetirse, siempre aparece algo nuevo y particular, siempre guarda algo de incertidumbre. Esta actividad se ha adaptado a los diversos espacios y contextos, propiciando un lugar o espacio de libertad.
Esta experiencia también contribuye a un trabajo de identidad y memoria, memoria como proceso subjetivo que construye sentido de pertenencia y autoafirmación individual y colectiva, donde el pasado adquiere sentido al evocarlo en el presente, con miras al futuro y con un fin determinado (Sacavino, 2014). Entonces aparecen elementos para visibilizar y construir con sentido de comunidad, conectar con esa memoria común, por ejemplo, lo que de algún modo les hizo llegar a ese contexto. Por otro lado, las y los transeúntes que observaron las siluetas de las personas privadas de libertad pudieron hacerse parte de una memoria que visibiliza un lugar que parece lejano y ajeno.
Parafraseando a Freire, la existencia no puede ser muda, ni silenciosa, existir humanamente es pronunciar al mundo, transformar al mundo y el mundo pronunciado, retorna problematizado a los sujetos pronunciantes, exigiendo nuevos pronunciamientos.
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